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El área que ocupa la nueva villa erigida por el rey Alfonso IX es la que comprende la actual Ciudade Alta o Ciudade Vella. El engrandecimiento de A Coruña fue continuado por los sucesores de Alfonso IX de León, que tanta atención dedicó al reino de Galicia en todos los aspectos. Así, Fernando II, en 1235, manda deshacer lo que quedaba de O Burgo, perjudicial a la nueva villa coruñesa, y Alfonso X, en 1235, orden que sea en el puerto de A Coruña y no en otro supuesto cercano en donde pueda desembarcarse y vender libremente la sal.
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En la época del rey Pedro I de Castilla, A Coruña vuelve a sonar con fuerza en la “grande e general hestoria de España”, cuando el monarca llega a esta ciudad en 1366 huyendo de las iras de su hermano Enrique. Pedro I vino acompañado de sus hijas y de muchos de sus más adictos palaciegos. En A Coruña, durante su permanencia en ella antes de embarcar para Inglaterra, expidió notables privilegios a su favor, que por desdicha se perdieron. A su regreso a España murió, como se sabe, en Montiel, a manos de su hermano Enrique, lo que trajo el alzamiento de casi toda Galicia en favor de Fernando I de Portugal.
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Los gallegos ofrecieron la corona española a don Fernando y éste entró en Galicia a sostener sus derechos, por algunos denominados ilusorios. Llegó en 1369 a A Coruña y se le recibió triunfalmente. De ella se posesionó y gobernó, como dicen los cronistas e historiadores, con prudencia y sabiduría. Hecho curioso lo constituye el de haber ordenado acuñar moneda en la zeca coruñesa. Llevan estas piezas, verdaderas rarezas numismáticas para los especialistas españoles y lusitanos, por el anverso las armas las armas de Portugal y por el reverso las de A Coruña, simbolizadas ya en la Torre de Hércules.
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Fernando I de Portugal no estuvo a la altura de los acontecimientos, que tenían en él su eje. Temeroso, se retiró de Galicia y por ende de A Coruña, en donde había sido recibido con mucho fervor. Su mayor propagandista fue el regidor o alcalde que entonces gobernaba, Juan de Andeiro, que tuvo que seguir a don Fernando en su retirada a Portugal.
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