30 abril 2009

AGASAJOS
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En el mes de agosto de 1907 visitó A Coruña una excursión de lucenses correspondiendo a la visita que la Reunión de Artesanos había hecho a la ciudad del Sacramento el año 1906. Acompañaban a los 670 excursionistas representantes del Ayuntamiento, Corporación provincial y Sociedades de recreo de la ciudad gallega.
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La excursión fue recibida por la Reunión de Artesanos en la estación, obsequiando a los miembros de la expedición con un espléndido lunch al que asistieron los alcaldes de Santiago, Ferrol, Betanzos y A Coruña, los presidentes de las Sociedades de recreo y la presidenta honoraria Pardo Bazán que ensalzó, en párrafos emotivos, los fines del Círculo de Bellas Artes de Lugo y de la Reunión Recreativa e Instructiva de Artesanos de A Coruña.

28 abril 2009

JARDIN DE SAN CARLOS
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Se lamentaba Enrique de Vedia, en 1845, de la penuria en número y amplitud de los jardines y alamedas con las que contaba A Coruña. Sólo el poético y romántico pensil jardín de San Carlos, cumplía con decoro los requerimientos de ocio y regodeo de los primeros coruñeses del siglo XIX. Los jardines de la Reunión, de Santa Margarita y de la Torre nunca pudieron hombrear en poesía y elegancia con el de San Carlos, cuyo prestigio, lejos de venir a menos, creció desde su fundación.
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Fue el baluarte de San Carlos el primer jardín público moderno con que contó la población; peñascal arruinado que en 1834, y a iniciativa del brigadier Mazarredo y el arquitecto Noya, se convirtió en el lugar de cita obligado de la decimonónica Marineda. La feliz idea de Mazarredo, ejecutada gracias a una suscripción pública a la que se prestaron gustosos varios vecinos adinerados y de conocida identidad, nacía no sólo para proporcionar esparcimiento a los coruñeses, sino también con un noble y elevado fin: honrar la memoria de sir John Moore.
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Desde 1849, el Ayuntamiento contribuyó a su mantenimiento y mimo, con una cuota mensual de 80 reales, que puntualmente abonaba su director, Leopoldo Gerner. En 1854, la autoridad militar, en 23 mayo, transfirió a la alcaldía la administración y vigilancia del parque, reservándose el derecho de propiedad. La municipalidad, encariñada con la empresa de su conservación editó, el 13 de junio de 1854, un severísimo bando señalando fuertes multas contra quienes produjeran destrozos, embijaran o maltrataran el jardín. En 1862, decidió construir un cenador de ladrillo y cinc para uso de los enamorados, confiándole el proyecto a José María Moya, autor de un sencillo edificio cuya importancia histórica está en ser la primera construcción en estilo neo-árabe firmada por un arquitecto en Galicia. Realizó el trabajo, por 2.211,60 pesetas, el maestro cantero José Benito Tato.

25 abril 2009

ANARQUIA
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Los anarquistas habían llegado a alcanzar extraordinaria importancia en A Coruña en el último tercio del siglo XIX y a causa de la persecución de que fueron objeto tras el asesinato, en 1897, del presidente del Gobierno Cánovas del Castillo, se vieron obligados a cesar en la propaganda de sus teorías y a cerrar el establecimiento tipográfico que tenían en la ciudad, en la cual, además del periódico "El Corsario", imprimieron millares de libros y folletos destinados a España y América.
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No había sociedad obrera que no contase con un número más o menos importante de adeptos, y agrupaciones como "Los hechos", "Angiolillo", "Ni Dios ni Patria" y "Sol de libertad" organizaban todo tipo de actividades para cooperar con los movimientos de solidaridad obrera. Estaban formadas, al igual que las de otras poblaciones de España, por núcleos de menos de veinte personas para no someterse al cumplimiento de la ley de reuniones públicas.
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En los inicios del siglo XX se observa un resurgimiento del anarquismo y, para dar testimonio público de su existencia, los ácratas coruñeses desarrollaron una activa propaganda para realizar un acto de importancia en el que estuviesen presentes las más destacadas figuras anarquistas del momento: el ingeniero Fernando Tárrida, el escritor Kropotkine, el anarquista insurreccional Carlos Malato y Eliseo Reclus, catedrático de la Universidad Libre de Bruselas.
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Se recaudaron los fondos necesarios para costearles el viaje y la estancia y así hacer llegar su pensamiento a través de conferencias que se celebrarían en el teatro Rosalía de Castro.

22 abril 2009

MEDALLA DE ORO
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La creación de la Medalla de Oro de A Coruña fue motivada por el escrito que suscribieron, en enero de 1927, las cámaras oficiales de la ciudad, banca, entidades comerciales en general y vecindario, al que se sumó otro de la Federación Local Obrera en nombre de los trabajadores organizados de A Coruña. El Ayuntamiento en pleno, en sesión extraordinaria celebrada el 24 de febrero de 1927, acordó por unanimidad acceder a lo solicitado. De este modo se creó la Medalla de Oro de la ciudad, para conceder en casos excepcionales "a aquellos de quienes La Coruña reciba grandes bienes".
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La primera le sería otorgada al alcalde Manuel Casás, en esa misma fecha, por considerársele sobradamente merecedor de ella. En su anverso figura el escudo de armas de la ciudad, conforme al estudio que realizara César Vaamonde Lores, en su libro "Armas de La Coruña y Galicia" (1922). En el reverso aparecen, en bajorrelieve, un grupo alegórico en el que figuran La Tradición, simbolizada por una anciana que representa por su larga vida el paso del tiempo; El Trabajo, representado por un hombre desnudo que rinde tributo a La Tradición, aportando con su esfuerzo un bloque de piedra para elevarle más su pedestal; y por último, La Fama, simbolizada por una mujer alada.
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Un lema en latín, que dice: "Honor tuus et meus honor sunt inucem" (Tu honor y el mío son recíprocos) y que orla, con caracteres de relieve, el campo del reverso de la medalla completa su composición.
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Esta medalla la han recibido personas tan dispares como Manuel Casás (1927), Miguel Primo de Rivera (1928), Franco (1939), Alfonso Molina (1958), Pedro Barrié (1963), Salgado Torres (1971), Salvador de Madariaga (1986, póstuma), González Laxe (1989).

18 abril 2009

JOSE GESTAL
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Este personaje de la época colonial española en Uruguay nació en A Coruña en 1773. Se asentó en Montevideo en los primeros años del siglo XIX con el objeto de establecer una casa naviera y dedicarse al comercio. Poseedor de una cuantiosa fortuna, fundó casas, aparte de Montevideo, en Buenos Aires y en A Coruña, emprendiendo un activo tráfico con sus buques.
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Al constituirse en 1806 el Cabildo de Montevideo fue elegido fiel ejecutor, puesto desde el cual le tocó actuar en los difíciles momentos de la primera invasión inglesa. Se trata de uno de los patriotas españoles que empujaron al gobernador Ruiz Huidobro a emprender la reconquista de Buenos Aires, formando en primera línea entre los que prepararon la empresa. Cuando el gobernador de Montevideo se dirigió al Cabildo (4 de julio de 1806) para manifestar la necesidad de obtener noticias sobre la real situación del Virreinato, José Gestal, que asistía como regidor a aquella sesión, se ofreció espontáneamente para proporcionar la información necesaria; se encamina acto seguido hacia la Colonia del Sacramento, desde donde envió (8 del mismo mes) un parte circunstanciando acerca del estado de la ciudad de Buenos Aires, parte que luego sirvió de base para trazar el plan de reconquista. En la misma fecha aparece Gestal suscribiendo el oficio por el que este Cabildo participa al gobernador los donativos del cuerpo de hacendados y del comercio de la plaza dedicados a la defensa, figurando entre los donantes varios gallegos.
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Contribuyó con su fortuna y los buques de que pudo disponer a dicha empresa militar. Al producirse la segunda invasión inglesa, volvió a prestar su concurso a las autoridades de la plaza y se batió violentamente en el sitio y ataque a Montevideo (3 de febrero de 1807). Tomó parte activa en los sucesos que provocaron la formación de la Junta de Gobierno de 1808 y actuó en el famoso cabildo abierto del 21 de septiembre de ese año. La insurrección de 1811 lo sorprendió como miembro del Tribunal del Consulado. Alistado bajo las banderas españolas, sirvió durante los sitios de 1811 y 1814. Cuando el poder español se debilita, fue delegado por Vigodet, conjuntamente con otros, para pactar con Alvear la entrega de la plaza. Suscribe el tratado del 20 de junio de 1814 y queda como rehén de los patriotas uruguayos. Sufrió también prisión a bordo de la fragata Tetis, y con tal motivo, el 30 de noviembre de 1819, firmaba con otros once detenidos un oficio dirigido al capitán general de Montevideo.
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Abolido el dominio español en el Plata y convencido Gestal de la imposibilidad de su restauración, todos sus anhelos se centraron en obtener el reconocimiento por parte de España de la independencia de sus antiguas colonias, para lo cual viajó a Madrid y puso en juego las poderosas influencias de Elío, Vigodet, fray Cirilo y otros conocidos de la etapa colonial. Durante su estancia en la corte, Fernando VII premió sus servicios concediéndole la gran cruz de Isabel la Católica. De regreso en Montevideo, mantuvo una estrecha correspondencia con el ministro Martínez de la Rosa desde 1834 a 1840, debiéndose en gran parte a sus gestiones al reconocimiento de la independencia uruguaya por parte de España y la ida a Montevideo (1847) del primer diplomático español, Carlos Creus.
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Su espíritu empresarial dio gran impulso a la industria local. El barco que paseó por primera vez el pabellón nacional por aguas de Europa fue uno de su organización naviera, que en 1832 realizó un viaje a España. Fue también suyo el primer barco que con bandera española llegó a Montevideo tras la separación de Uruguay. Falleción en Montevideo en el año 1850.

15 abril 2009

LA RADIO
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Cuando estaba casi en sus inicios la radiodifusión en España, la primera emisora regular española, Radio Ibérica, surgió en Madrid en 1923, la Dirección General de Telecomunicación, con fecha 23 de junio de 1933, autorizó la instalación en A Coruña -en la calle Fontán, 6-1º- de una estación de radiodifusión de "pequeña potencia y carácter local", concediendo un plazo máximo de seis meses para ponerla en marcha.
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El 4 de noviembre del mismo año, sin embargo, accedía a un prórroga de dos meses, contados a partir del día 25. Una vez cumplidas por el concesionario, Francisco Hervada García Sampedro, las condiciones del decreto 8-XII-1932, que fijaba las normas para la instalación de emisoras locales, el 26 de febrero de 1934, se autorizó el funcionamiento de Radio Coruña EAJ 41. Comenzaba de esta manera la radiodifusión en A Coruña, en un momento en el que había pocas emisoras en el país y los receptores escaseaban porque no estaban al alcance de todos los bolsillos.
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Eran contados los hogares obreros con aparato radiorreceptor, pues uno modesto podía adquirirse por poco más de trescientas pesetas de aquella época. El 15 de marzo de 1934 inició su funcionamiento oficial, ya para entonces en Fontán, 3-5º C. El primer locutor fue Enrique Mariñas Romero, y la primera mujer Nieves Navarro Lolo, que se convirtió en el primera locutora de la historia de la radiodifusión coruñesa.
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En sucesivos años aparecerían otras emisoras en A Coruña, tales como Radio Nacional de España en Galicia (1940) o Radio Juventud (1952) hasta llegar a 1983, en que empiezan a funcionar las nuevas emisoras de Frecuencia Modulada.

12 abril 2009

HABITANTES Y VECINOS
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Según los datos de los que se dispone, en la primera mitad del siglo XVI, A Coruña contaba con una población entre 500 y 600 vecinos. En esa época, a efectos estadísticos se considera que todas las familias estaban compuestas por entre cuatro y cinco personas, esos 600 vecinos podrían dar lugar a un máximo de 3.000 habitantes.
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El máximo poblacional cabría situarlo a mitad de siglo cuando se habría podido alcanzar una población de 4.000 habitantes. Es una evolución concordante con la del resto de Galicia, lo mismo que el decaimiento de las dos últimas décadas del Quinientos. Los episodios epidémicos de finales de los años sesenta se superan con prontitud, al contrario de lo ocurrido con la peste de 1598, con efectos más graves.
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En el siglo XVII, aparecen los primeros registros parroquiales, importante para conocer la evolución demográfica. Los problemas de registro en los primeros años y su inicio en cada parroquia en fechas diferentes hacen que hasta mediados de siglo no resulten fehacientes.
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Una vez superados los primeros efectos de la crisis habida a finales del siglo XVI, se observa una tendencia en el crecimiento poblacional. Los años centrales del siglo XVII son testigos de una ralentización tras alcanzarse los 6.000 habitantes. A partir de 1660 se supera la situación y comienza nuevamente la tendencia alzista hasta sufrir un decaimiento a finales de siglo.
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Los registros vecinales del siglo XVII no recogen a un buen número de residentes, sobre todo los relacionados con las actividades militares y administrativas. Así, por ejemplo, ni los soldados de la guarnición ni los oficiales de la Audiencia figuran en ningún registro pese a constituir un buen número de habitantes. El número de los miembros de la guarnición asentada permanentemente en la ciudad sería en torno a los 200-300, mientras los de la Audiencia rondarían los 150.
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Una característica de la función militar y administrativa en la ciudad era la generación de una población flotante. En el caso de los militares, cabe destacar la estancia en A Coruña de algunas armadas que suponen la estancia en la ciudad, por ejemplo, de unos 25.000 hombres de la Gran Armada en 1588 y de unos 20.000 de la Armada de Oquendo en 1639.
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El carácter temporal de estas armadas hacen que los efectos demográficos sean bastantes menores que los de la Audiencia. La Audiencia era el principal tribunal del rey en Galicia, a donde acudían vecinos de todo el Reino. Con lo cual, la presencia en la ciudad de pleiteantes era continuo.
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En cuanto al reparto poblacional, se le puede adjudicar, a mediados del siglo XVI, el 70% de la población a la Pescadería. Este porcentaje va en aumento según un recuento de viviendas efectuado en 1694. En ese documento las construidas en Pescadería suponían el 80% de todas las de la ciudad. También se puede destacar el mayor dinamismo de la Pescadería, convertida en el motor de desarrollo de A Coruña. Dos grupos poblacionales establecidos en la ciudad en los últimos veinte años del siglo XVI serían los militares y los oficiales de la Audiencia, con un comportamiento distinto. Mientras los militares residen en Pescadería, los segundos viven en la Ciudad Alta, debido a su más elevada condición social.

09 abril 2009

BEODOS Y BEATOS
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Las costumbres religiosas, como las costumbres públicas, se modifican de manera sensible con el paso del tiempo. La Semana Santa de hoy no se parecerá a la de hace un siglo.
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Se pueden traer al recuerdo las farsas inocentes que precedían, a guisa de preparativos, a la procesión del Santo Encuentro. Una cáfila de turbulentos de jóvenes se disponían en la noche del Jueves Santo a recontar las monedas de que disponían, dormían en los atrios de las iglesias e incluso dentro de los mismos templos. Se organizaban en grupos cuya misión era la poca santa de embriagarse perdidamente en la mañana del viernes.
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A las tres de la madrugada de este día sonaba en las calles el fúnebre toque de los clarines, que la gente "perdida" traducía así:
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"Anís, anís
caña, caña,
Tomaremos la mañana
con anís y buena caña".
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A este toque, toda la turba se desperazaba y comenzaban las libaciones de aguardiente. Iban calle por calle, despertando a los vecinos con fuertes aldabonazos e incluso con piedras arrojadas a puertas y ventanas.
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Los serenos solían asistir impávidos a este espectáculo, y si intervenían en ello era para aceptar el trago de aguardiente que se les ofrecía. Era día clásico y la autoridad no podía imponerse a las costumbres.
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Luego, ya bien templado el ánimo y mientras la procesión se organizaba en San Nicolás, se dirigían a la Plaza de la Harina, literalmente ocupada por fieles que acudían a oír el sermón de las tres caídas.
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Los clamores de los fieles cuando Cristo caía agobiado por el peso del madero; la aparición de la Virgen de los Dolores, la intervención de la Verónica que enjugaba el rostro de Jesucristo, conmovían a los fieles mientras que, al otro lado de la plaza, hordas de beodo se burlaban del sacerdote que hablaba y sus palabras eran coreadas con chistes del peor género.
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Y todo esto se quedaba corto en la procesión de La Soledad, conocida como la "Procesión de los Caladiños", que Pardo Bazán describe llena de fervor en su libro "Doña Milagros".
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A esta procesión acudían los de genio maleante y avieso, llevando gruesas barras de jabón con las que, en la esquina de la calle Damas y de Zapatería, embardunaban las losas y cuando las señoras que alumbraban a la Virgen daban la vuelta a la calle, resbalaban, caían y chillaban al compás de las carcajadas que celebraban el salvaje chiste.

05 abril 2009

FIN DEL CORREO
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En los albores del siglo XIX el correo marítimo Falmouth - A Coruña se interrumpió algún año a causa de la guerra hispano-inglesa. Tras la paz, el 22 de junio de 1808 llegó al puerto coruñés el navío Townsend, que retornaría a Falmouth siete días más tarde. El servicio continuaba funcionando con regularidad y eficacia durante la Guerra de la Independencia (1808-1815). Con las circunstancias adversas derivadas de la contienda, los británicos mostraron un gran interés por mantener dicho servicio, incluso al ordenar Napoleón el bloqueo continental, lo que conllevaba el cierre de todo puerto europeo a los británicos.
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Pese a ese interés por mantener dicho servicio, en Gran Bretaña, ya se comenzaba a rumorearse una posible suspensión del correo de Falmouth. Enterados de ello, los mercaderes coruñeses elevaron un memorial al Secretario de Estado (Castlereigh), para que no se suprimieran los paquebotes hacia A Coruña. Alegaron, para ello, que el mantenimiento sería en beneficio de la hacienda de Inglaterra y de sus fabricantes y que el intercambio postal con Oporto sería mucho más rápido por la vía de A Coruña que por la vía de Lisboa, puesto que en algunos meses de invierno "ningún barco puede zarpar de Lisboa, lo que nunca sucede en La Coruña", y durante el verano "esos vientos tediosos que frecuentemente hacen la travesía larga y tediosa desde Lisboa a Falmouth, no afectan a los barcos que zarpan de La Coruña".
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Pese a los intentos por mantener dicho servicio, llegó, el fin de los paquebotes de Falmouth. Desde 1689 a 1815, el correo marítimo fuera muy importante para la ciudad. En 1819, el administrador de Correos informaba a Madrid que "la decadencia de las artes y del comercio coruñés tuvo principio con motivo de la extinción de los correos marítimos". A la desaparición del correo marítimo con Falmouth, había que añadir el cese de los correos marítimos a las Indias.

02 abril 2009

CINE CORUÑA
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El 14 de julio de 1939 tuvo lugar, con una velada de gala, la inauguración del Cine Coruña que no era solamente una nueva sala de espectáculos, sino el cine amplio y moderno que se abría en la ciudad y la ponía a la altura de las mejores capitales españolas.
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El público que asistió a la inauguración y que colmaba la capacidad de la sala, hizo grandes elogios del nuevo local por el buen gusto que presidió su decoración, por la magnificencia del vestíbulo y por los múltiples detalles que revelaban la preocupación de sus propietarios de hacer las cosas bien.