En los primeros días del mes de octubre de 1925, los modestos industriales de A Coruña que ejercían la profesión de afiladores, expresaron su gratitud a la Alcaldía por haber revocado la orden dictada anteriormente de no dejar sonar el característico silbato que señalaba su paso por las calles. Y así los “chifles” volvieron a sonar más armoniosos que nunca por las avenidas coruñesas.
16 febrero 2008
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