10 mayo 2008

EMILIA PARDO BAZAN - I / IV
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La personalidad de Emilia Pardo Bazán es un ejemplo insólito en el ámbito literario español contemporáneo. Su curiosidad intelectual está abierta al panorama científico, al pensamiento filosófico, al proceso renovador de la novela europea. Varios factores condicionan las preocupaciones culturales de la escritora y su temprana vocación literaria.
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Nacida en A Coruña el 16 de septiembre de 1851, se forma en una familia de noble abolengo, se aficiona a la lectura en la nutrida biblioteca de su padre y compone tempranos poemas de inspiración zorrillesca. Se casa a los diecisiete años y en 1869, al ser elegido diputado su padre, toda la familia se traslada a Madrid. Las primeras vivencias se intensifican en los inviernos posteriores pasados en la capital; entra en relación con las tertulias literarias, las veladas del Ateneo, los salones aristocráticos y las sesiones del Congreso.
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Otro campo de experiencia de Pardo Bazán se basa en sus viajes por Europa. Desde la estancia en el balneario de Vichy, en 1870, las visitas turísticas a Francia se repiten; viaja por Inglaterra e Italia y asiste a la Exposición Universal de Viena. En Parías, en 1886, conoce a Zola, a los hermanos Goncourt y a otros escritores, y se familiariza con las traducciones francesas de los grandes novelistas rusos. Al año siguiente peregrina a Roma y recoge sus impresiones en el libro Mi romería.
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La escritora coruñesa, además de elaborar sus novelas y sus libros de crítica, colabora asiduamente en las principales revistas gallegas, madrileñas y barcelonesas. En las tertulias de la Corte alterna con muchos escritores contemporáneos; mantiene correspondencia con Menéndez y Pelayo; se relaciona con José Zorrilla; tiene amistad con el krausista Giner de los Ríos y con Castelar; protagoniza un apasionado amor con Pérez Galdós, a finales de siglo conoce a Rubén Darío y, ya dentro del siglo XX, recibe el homenaje de los escritores más jóvenes.
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En 1891 había sido rechazada su candidatura a la Academia Española, con la decidida oposición de Juan Valera. Pero su intensa actividad continúa. Pronuncia conferencias en centros culturales de varias ciudades. En 1906 es elegida presidenta de la sección de Literatura del Ateneo madrileño. Alfonso XIII le concede el título de condesa, y en 1910 es nombrada consejera de Instrucción Pública. En 1916 ocupa la cátedra de Literaturas Neolatinas de la Universidad Central; desarrolla, también, un curso en la Escuela Superior de Magisterio. Al mismo tiempo, mantiene sus colaboraciones en publicaciones españolas e hispanoamericanas. Muere en Madrid el 12 de mayo de 1921.
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La vocación literaria de Pardo Bazán es muy temprana. En 1876 publica el libro de poemas Jaime, dedicado a su hijo, obtiene premios literarios y publica sus primeros ensayos en revistas. Van apareciendo sucesivamente sus estudios sobre el padre Feijoo, Dante, San Francisco, el folklore gallego. Su labor como crítica literaria ocupa, al lado de Clarín, un primer lugar en el último tercio del siglo XIX y comienzos del XX. Puede comprobarse en los numerosos estudios publicados en las mejores revistas españolas y los fascículos del Nuevo Teatro Crítico, redactados totalmente por la escritora.
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Su primera gran aportación crítica son los artículos publicados en La Época, recopilados en 1883 en el libro La cuestión palpitante, precedido de un elogioso prólogo de Clarín. Es esta obra una exposición de la doctrina de la escuela naturalista, un análisis de la narrativa de Zola, una crítica del determinismo. No se trata de un libro comprometido a ultranza. Por un lado, descubre las aportaciones positivas de la nueva tendencia; por otro censura sus excesos, sus desviaciones. Tampoco podemos olvidar sus libros. La revolución y la novela en Rusia (1887), De mi tierra (1888), Polémicas y estudios literarios (1892), La literatura francesa moderna y El lirismo en la poesía francesa.

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