13 mayo 2008

EMILIA PARDO BAZAN - II / IV
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A pesar de que Pardo Bazán se incorpora a la producción narrativa por los años ochenta, participa del característico desfase estético de la novelística española. En tres novelas de su primera etapa están influyendo varios elementos románticos. La artificiosidad actúa sobre Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina (1879). El clímax romántico de esta "inverosímil historia" está conseguido con una serie de elementos: el ambiente melancólico de la ciudad compostelana, la fogosa imaginación, las emociones líricas, la idealización femenina; las exploraciones del trasmundo, las intenciones mágicas; la descripción del laboratorio del profesor empeñado en la aventura de convertir el carbón en diamante.
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En su segunda novela, Un viaje de novios (1881), la autora intenta una renovación, con la decisión, manifestada en el prólogo, de intentar un estudio social, sicológico e histórico. Sin embargo, las matizaciones románticas entran en la pintura del paisaje, y su agente Ignacio Artegui es un personaje dominado por la tristeza, el escepticismo y la desesperación. En El cisne de Vilamorta (1885) resalta la proyección de connotaciones románticas sobre el paisaje de O Carballiño y la tipificación sentimental del protagonista; pero, por otro lado, encontramos una crítica del Romanticismo y la incorporación de algunos elementos zolescos.
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El corpus novelístico de Pardo Bazán se aproxima al campo naturalista en 1883, con La Tribuna, novela de protagonismo obrero femenino. Los procedimientos zolescos se reflejan en el detallismo descriptivo, en la reiteración de datos físicos, los tics tipificadores, los indicadores fisiológicos y la "historia de la pobreza". La autora transmuta sus múltiples experiencias de A Coruña a la singular "fantápolis" de Marineda. Rebautiza los lugares urbanos, pero su morfología es la proyección de los círculos reales de la ciudad herculina. La cadena de contactos e interrelaciones sociales se centra en cuatro sectores claramente delimitados: la Ciudad Vieja, la Pescadería, las miserables casas próximas al cementerio y la zona suburbana del sur. Pero lo más importante es que el hábitat físico, las dimensiones geométricas, se relacionan con los patrones ecológicos, con el status socioeconómico de sus habitantes. Con los datos que nos proporciona la novela, podemos reconstruir el complejo medio social de A Coruña y establecer un interacción entre los cuatros sectores señalados.
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La concepción naturalista de la novela pardobazaniana llega en 1886, con la publicación de Los pazos de Ulloa, continuada al año siguiente con La madre naturaleza. El medio ambiente está condicionando los comportamientos humanos, lo mismo que en la escuela francesa. Los agentes del relato viven entre "la ruda y majestuosa soledad de la naturaleza", inmersos en un ambiente primitivo, alejado del mundo ciudadano. El subdesarrollo rural genera dos funciones degradantes: la ignorancia y el comportamiento instintivo. La fuerza de la naturaleza está influyendo, de alguna manera, en el sensualismo de Sabel, la desmoralización del marqués, la conducta sinuosa del administrador, la ruda violencia de "el Tuerto". Pardo Bazán plantea bipolarizaciones sociales e ideológicas; complica el proceso agencial en el campo de las relaciones amorosas. Nucha sufre la acción opositora de Primitivo, Sabel, Perucho, además del despego de su marido, don Pedro; con el solo apoyo del capellán, protagoniza este adverso entramado de relaciones asfixiantes. La madre naturaleza es una continuación de Los pazos de Ulloa; enlaza con su última página; nos introduce en el exuberante mundo estival, contemplado por Gabriel Pardo, personaje cortesano y, por tanto, ajeno al medio rural. La naturaleza es una fuerza poderosa que actúa sobre el amor de la pareja de adolescentes Manuela y Perucho. El descubrimiento de que son hermanos frustra violentamente la aventura y provoca su desesperación. El profesor Robert E. Osborne encuentra en la caída de los dos adolescentes, que se aman sin saber su cercano parentesco, "bajo el árbol simbólico" de la tierra gallega, una resonancia del Génesis; pero también podemos pensar en el complejo de Edipo o en la tragedia de la metamorfosis de Mirra. En el nivel técnico, se descubre una sorprendente aproximación al monólogo interior. El devanar constante de Gabriel Pardo, su introspección, sobre todo en el capítulo XXV, son una anticipación de la novelística del siglo XX. La estructuración socioeconómica del mundo rural gallego se proyecta, en forma especular, sobre los cercos novelísticos de Los pazo de Ulloa y La Madre naturaleza. Dentro de una "sociedad inmovilizada en el trabajo de la tierra", la escritora coruñesa establece una bipolarización entre la nobleza rural y el pueblo aldeano, entre la unidad de cultivo de los pazos y el minifundismo.
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Pardo Bazán proyecta el cerco real del pazo de Banga, propiedad de su marido, sobre el mundo de los pazos de Ulloa, en la tierras altas del municipio de O Carballiño en Ourense. El pazo muestra su aspecto de fortaleza, su imponente arquitectura de granito labrado, con abiertas solanas y balaustradas, la amplia cocina, los salones, la capilla, las dependencias de los trabajos agrícolas. Su monumentalidad y amplitud contrastan con la estrechez y la pobreza de las casas aldeanas, descritas en La madre naturaleza.
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Desde el punto de vista socioeconómico, estas mansiones rurales han entrado en una época de decadencia. La ruina, el desmoronamiento físico, están presentes en las habitaciones deshabitadas, en los legajos y protocolos, en las estanterías y el suelo de la biblioteca, en el desvencijado tejado de la capilla, en los vestigios del antiguo jardín de trazado geométrico. Pero este desmoronamiento trasciende, también, al status económico, a la pérdida del antiguo prestigio, a la decadencia moral, al laxismo de los señores. La condesa se sirve de dos constataciones perspectivistas para resaltar la ruina económica y moral del señorío aldeano. En Los pazos de Ulloa, desde el enfoque del capellán que viene de la ciudad de Santiago, explora el estancamiento económico, la incuria, el abandono, la relajación moral de Pedro Moscoso, dominado por la atracción de la caza y el amor sensual de su criada Sabel. En La madre naturaleza, Gabriel Pardo, habituado al refinamiento de la vida de Madrid, descubre toda la áspera realidad del ambiente.
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La novelista aporta, además, datos sobre las condiciones ecológicas, las formas de asentamiento, las áreas de población dispersa, el inmovilismo, la precaria existencia de buena parte de la población rural. El principal indicador de esta economía enquistada son los tipos de vivienda elemental, las casas en las que se mezclan los hombres y los animales. La casucha de la "Sabia", descrita en el segundo capítulo de La madre naturaleza, es un claro ejemplo de marginación, con su estrechez, su piso terrero, su carencia de mobiliario; es un ejemplo de unidad orgánica, que impone la promiscuidad entre hombre y animales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

blog verdaderamente interesante. Ultimamente me ando informando sobre las pequeñas (grandes) particularidades que conforman, en este caso, una ciudad como A coruña. Un placer haber hallado este espacio. Sigue así que atentemente seguiré aprendiendo.

millenium dijo...

Muchas gracias por tu comentario, anima a seguir "buceando" la historia de A Coruña.