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Con anterioridad a 1919 no existe constancia de que los jugadores del Deportivo percibiesen cantidad alguna por los encuentros disputados. Es este año el que trae la novedad de que el Deportivo se decide a compensar, en partidos de excepción, los esfuerzos y sacrificios de sus jugadores mediante el pago de pequeñas cantidades que iban de ¡cinco a diez pesetas!, según los casos y la categoría de los partidos. Ni que decir tiene que en más de una ocasión estas cantidades eran ofrecidas pero no percibidas, y en otros, los propios beneficiarios, conscientes del sacrificio realizado por el Deportivo, renunciaban a tan "opípara prima". Se estaban poniendo los pilares del profesionalismo.
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En agosto de 1923, los clubes Fortuna de Vigo y Vigo Sporting acuerdan su fusión, dando lugar al actual equipo de la ciudad olívica. Pero tal fusión produce el descontento entre grupo de aficionados y también de jugadores. Eran épocas en las que cada aficionado y jugador "vivía" su club y calle o barrio con intensidad tal que rechazaban cualquier fusión o unión. El Deportivo muestra interés por algunos de estos jugadores descontentos. En concreto, por el defensa olímpico pontevedrés Luis Otero, el maravilloso interior coruñés Ramón González y por el delantero centro Chiarroni. El Deportivo deseoso de contar en sus filas con buenos jugadores y, también, por el interés de los propios futbolistas, no dudó en ofrecerles las mejores condiciones, que consistían en el entonces importante sueldo de 600 pesetas mensuales.
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En las temporada 24-25 el Deportivo realiza una larga excursión por Portugal y España. En tierras portuguesas se mide a un combinado, de los dos equipos lisboetas, Benfica-Sporting, que contaba con ocho recientes internacionales que habían empatado con España. Gana el equipo coruñés por 4-1. Por aquellas fechas estaba de visita por Portugal un gran conjunto austríaco Wienner, al que se enfrentan los deportivistas consiguiendo un honroso 1-1 tras una serie de violencias y arbitrariedades que les hicieron desistir de jugar el segundo partido, puesto que los coruñeses no encontraban garantizadas ni la imparcialidad ni el cese de las hostilidades por parte del público.
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El equipo surgido en Vigo tras la fusión del Fortuna y Vigo Sporting era muy potente, a nivel regional, y en la temporada 26-27, la lucha por el campeonato gallego fue muy reñida con el Deportivo. El partido decisivo, entre ambos equipos, se jugaría el 6 de febrero de 1927 en Riazor, donde, según cuentan las crónicas del momento, jamás asistió tanta gente a un partido de fútbol, que coincidió, además, con un magnífico día soleado. Presenciaron el encuentro, arbitrado por el colegiado vizcaíno Saracho, los alcades de A Coruña y Vigo.
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El primer gol se produce a los cuatro minutos de juego y es a favor del Deportivo. Un exceso de confianza de un defensa vigués que no acierta a despejar provoca la salida de su portero, que tiene la desgracia de caerse al mismo tiempo que entran los delanteros deportivistas Ramón González y Chaco, que le arrebatan el balón y lo meten en la red. Cinco minutos más tarde se produce una rápida intervención de un extremo visitante, se escapa de dos defensas deportivistas, centrando para que un compañero remate fuertemente haciendo el empate en el marcador. El segundo gol del Deportivo se produce, también, en la primera parte, al rematar magníficamente de cabeza, el interior Vázquez, un saque de esquina. Al finalizar el partido, el árbitro manifestaba que el público coruñés era el más correcto de España. Con este resultado, el Deportivo se proclamaba por primera vez campeón de Galicia.
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