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En los albores de 1870 se constituyó en A Coruña el Comité Provincial de la Cruz Roja, interviniendo en actuaciones benéficas en favor de las capas sociales más desfavorecidas. En ese mismo año, el conflicto franco-prusiano será la primera ocasión que aproveche el personal de la Cruz Roja para recabar material de curas y ropa de abrigo para los contendientes.
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Será con la guerra de Cuba cuando, a causa de los rigores del sol, las inclemencias de la manigua y los proyectiles enemigos, la Cruz Roja intensifique su ayuda a los enfermos y heridos que aquí desembarcan, ya que estas piltrafas humanas herían la imaginación y mantenían vivo el espíritu de ayuda. Para remediar estas calamidades el comité, presidido por Alfredo Bermúdez de Castro, tomó la decisión de hacer un sanatorio en el Camino Nuevo, hoy calle de Juan Flórez, en unas dependencias cedidas temporalmente por Pedro Barrié Pastor y José Montero Rodríguez, inaugurándose el 2 de febrero de 1897.
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Al año y medio de funcionamiento regular de la Cruz Roja, lo invertido ascendía a 25.000 pesetas, de las cuales 2.685,50 habían sido donadas por las operarias de la Fábrica de Tabacos. Con este dinero se hizo frente a los gastos de ayuda de los 1.213 combatientes que recibieron "la vida, salud, cariños, cuidados y alientos los que viven; muerte tranquila y sepultura, los fallecidos"; a los de manutención, 14.727,90 pesetas y a los de medicamentos, 859.21 pesetas. Éstos significaban un promedio de 4 o 5 pesetas mensuales a cada una de las 11 farmacias que había en la ciudad, a las que se pidió colaboración.
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Una muestra de su abnegación quedaría particularmente reflejada en el hecho de que, cuando se estaba procediendo a la inauguración del sanatorio, arribó a A Coruña el vapor "Ciudad de Cádiz" con 235 heridos, marchándose todos los asistentes a prestar su ayuda a los combatientes que llegaban.
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