Camilo R. Losada y Ozores reunió a una serie de convecinos para exponerles la idea de fundar unas escuelas que tratasen de remediar el abandono en que se encontraban muchos niños, hijos de padres con escasos recursos económicos, que vagaban desamparados y expuestos a todo tipo de peligros necesitados de educación, alimentos y enseñanza.
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La primera escuela se estableció en 1888, con cinco alumnos, en un edificio de la calle de Herrerías, propiedad de la viuda de Freire de Andrade, quien prometió y cumplió hasta su muerte dar asilo gratuito a la escuela.
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A los dos meses de su apertura figuraban en matrícula 62 alumnos. Se les daba instrucción, prendas de vestir, raciones de pan y alimentos. Todo ello necesitaba recursos económicos y los momentos críticos se consiguieron superar gracias a la ayuda de los coruñeses de América, a través del Centro Gallego de La Habana. Salieron los fundadores de estos balbuceos y la obra fue tomando incremento. En el año 1891 se abrieron las clases nocturnas de adultos, llegando a tomar tal desarrollo que en el año 1895 hubo necesidad de ampliarlas y, con la cesión por parte del Ayuntamiento de los salones-escuelas de Garás y de San Agustín, se pudieron abrir tres centros de instrucción para más de 400 personas.
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En 1896 falleció Camilo R. Losada y para reemplazarle fue elegido el catedrático Ramón Casal Amenedo, bajo cuya presidencia se adquirió la casa matriz de la institución y se inauguraba otra escuela para niñas en la Concha del Orzán. Le sustituirá en 1903, Jaime Ozores, Marqués de San Martín.
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El servicio médico de estas escuelas estaba asegurado gracias a la labor desinteresada de los doctores Antonio Deus, Galo G. Vaquero y Mosquera. Las farmacias de Casares y Bescansa facilitaban los medicamentos. La Sociedad Cooperativa Militar y Civil aportaba el pan con una bonificación en los precios.
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