En 1678 el correo hispano podía cruzar Francia con mayor libertad que en tiempos anteriores. Un ajuste en 1685 entre los Correos Mayores de París y Bruselas permitió al príncipe de la Tour y Tassis "hacer pasar en sus valijas por el reino de Francia, generalmente y sin excepción alguna, todas las cartas y pliegos de Holanda, Zelanda y Alemania para todas las villas de España, con las de los Países Bajos españoles". También se autorizaba el paso, cada quince días, de la correspondencia entre España y Gran Bretaña.
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El duque de York, jerarca máximo del Post Office, ha sido el principal promotor del correo marítimo Falmouth - A Coruña, cuya vigencia histórica rebasaría el espacio de un siglo. Fue el primero en impugnar el sistema tradicional, ponderando los graves inconvenientes que provocaban de que la correspondencia entre Inglaterra y Norte de Europa con destino a España y Portugal fuera despachada, a través de Francia, en un largo y lento recorrido.
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En 1689 el estallido de la guerra franco-inglesa canceló el paso de las valijas por Francia y hubieron de cesar los cruceros postales que surcaban las aguas del canal de la Mancha. El duque de York aprovechó esta coyuntura y propuso entonces que el intercambio postal con el SO de Europa se efectuara directamente por vía marítima. A su juicio, Falmouth y A Coruña serían los puntos ideales para dicha comunicación postal: por su proximidad geográfica; por hallarse distanciados lo más posible del territorio francés; por las espléndidas condiciones naturales de ambos puertos, en cuyas espaciosas y resguardadas bahías podrían anclar las mayores escuadras del orbe. Con ello "la puntualidad en la diligencia sería muy cierta y segura".
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Las esferas gubernativas de Carlos II participaron también de idéntico criterio. A Pedro Ronquillo, embajador de España en Londres, le pareció muy viable y aconsejable la propuesta del duque de York, que pronto hizo suya el propio Foreign Office. Al fin, estos comunes deseos de las cancillerías de Londres y Madrid condujeron al acuerdo de 1689. Quedó programado que dos buques navegarían quincenalmente entre Falmouth y A Coruña. Se ajustaron las normas legales que regularían el funcionamiento de estos buques-correos, naves especialmente diseñadas para servir a tan peculiar tipo de tráfico a las que se denominaron Spanish packets o Corunna boats; en España, simplemente, paquebotes. También se aplicó el nombre de paquete a este tipo de correo marítimo, por imitación del que tenía en el idioma inglés (packet).
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En 1697, al concluir las hostilidades entre Francia y Gran Bretaña se reanudó la antigua ruta postal de Dover al continente, prosiguiendo luego las valijas su curso a España vía París - San Sebastián. No obstante, la conexión Falmouth - A Coruña subsistió en ejercicio. El sistema de los Corunna boats perduraría hasta el primer quincenio del siglo XIX, sin apenas otra interrupción que las ocasionadas durante las guerras entre ambas Coronas.
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