En los primeros días de 1904, los dueños de cafés trataron de suprimir las gotas de ron que venían dando a sus clientes, como consecuencia de lo dispuesto en la Ley de alcoholes, recientemente dictada.
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Por su parte, los mozos de café se reunieron al objeto de gestionar el aumento, a tres pesetas, del salario de cada día, a cambio de dejar de percibir las propinas. Proponían como solución, que los dueños de los citados establecimientos, elevasen a 50 céntimos el precio de 25 señalado a cada tacilla de café.
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El gremio de cafés acordó suprimir las gotas que venían dando gratis, debido a la gran subida en el precio de los alcoholes. El acuerdo empezó a regir el 14 de mayo de 1905. Los consumidores, lógicamente, afirmaban que si no había gotas no habría propinas. Se estimaba que la medida adoptada por los cafeteros produciría una auténtica revolución en las costumbres ciudadanas.
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Casi un año después, el 14 de abril de 1906, el propietario de un café, Café Peral, informaba que teniendo en cuenta que varios de sus clientes verían con gusto que se les facilitase una pequeña cantidad de ron para tomar con el café, había acordado servir, a partir de esa fecha, el café al precio de 20 céntimos si era sin gotas y con gotas a 25 céntimos.
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