En la segunda mitad del siglo XVIII, la ciudad y el puerto de A Coruña adquirieron cada vez mayor importancia por el establecimiento de los correos marítimos, el incremento del Arsenal de Ferrol y la autorización para el comercio directo con las Antillas, poniéndose así a la altura comercial de Santander, Bilbao y San Sebastián. Todo este desarrollo instó a las fuerzas vivas, y los comerciantes de A Coruña a recabar del rey Carlos III, ya en 1771, la formación de un Consulado en A Coruña que fuese además de Tribunal de Comercio, un Órgano promotor del progreso económico y de la cultura económica y artesanal.
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Accediendo a la pretensión deducida, por Real Cédula de 29 de noviembre de 1785, Carlos III crea el Real Consulado de Mar y Tierra de A Coruña, cuya jurisdicción alcanzaba a "Vigo y a todos los puestos y pueblos del Arzobispado de Santiago". Estaba regido por un prior, dos cónsules y ocho consiliarios, además un secretario, un contador, un juez de alzadas y un asesor. El Tribunal del Consulado lo constituían el prior y los dos cónsules, quienes resolvían los pleitos y diferencias de sus matriculados, sin ingerencia de la autoridad judicial. Las normas por las que regían eran las Ordenanzas de Valencia en lo gubernativo y las de Bilbao en lo contencioso. Como Patrona fue erigida la Purísima Concepción.
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El 20 de diciembre de 1785 se estableció la Casa Consular en la calle de Panaderas, cuyas actividades eran las mismas que la legislación hoy vigente atribuye a las actuales Cámaras de Comercio. Se ocupó de mejorar y atender los servicios portuarios, pavimentó la plazuela de la Aduana y rampas de este muelle y las de los Cantones, del Correo y de la Alameda, además de colocar argollas de bronce para amarre de barcos y establecer un servicio de gabarras para la carga y descarga de pasajeros y mercancías, cuando no era posible acercarse a los muelles; montó también un servicio permanente de salvamento. Se estudió ya entonces la unión con tierra del Castillo de San Antón y se acometió una obra de consolidación y mejora de la Torre de Hércules, presupuestada en 702.058 reales, haciéndose cargo de los gastos de su alumbrado desde 1790. Del año siguiente data la creación de las Escuelas de Náutica y de Comercio y en 1795 se funda una Biblioteca, la primera de carácter público que poseyó A Coruña. Además, funda un Montepío; promueve iniciativas industriales (cultivo de la morera, repoblación de pinos, manufactura del lino; presta ayuda económica a las fábricas de Sargadelos, de Indianas y Estampados, de Trencerías finas, Flequillos, Franjas y Labores de Oro y Plata, a las de Sobreros de Barrié, a la Real de Mantelerías, a la de Curtidos, etc.; fomentó el cultivo del cáñamo y lino en Galicia, trayendo de Curlandia semillas para distribuir entre los labradores; estableció una escuela de telar para hacer medias en su propia casa y premios para el desarrollo del cultivo del cáñamo, de la industria siderúrgica, de la industria lencera, de inventores de máquinas de encadejar hilo, a los que estableciesen telares, a los autores de trabajos de economía, etc, pensiona a estudiantes de Arquitectura y Bellas Artes; protege instituciones benéficas, como el Hospital o la Inclusa, a particulares, conventos e iglesias, y en todo momento aconseja a labradores, comerciantes e industriales que acuden a pedirle orientación.
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En el año 1829 desaparece el Real Consulado y es sustituido por la Junta de Comercio y el Tribunal de Comercio, para transformarse la primera (1859) en la denominada Junta de Agricultura, Industria y Comercio. El Tribunal de Comercio desapareció en 1869 cuando fueron suprimidas todas las juridicciones especiales. En 1874 la Junta pasa a denominarse Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio. Por fin, el 5 de junio de 1886, en consecuencia con el Real Decreto de 9 de abril del mismo año, se constituyó definitivamente la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de A Coruña.
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